Legado iluminado:
pinta tu aldea
“El reto para los fotógrafos es siempre hacer una imagen más interesante que las cosas que contiene”
Garry Winogrand
La escritura con luz (fotografía) libera a los pintores de recrear la realidad y crea un documento fiel e inapelable.
Con la liberación de representar “lo visible” el siglo pasado nos regala una revolución de pintores geniales y osados que, a través de la experimentación, crean distintos lenguajes de vanguardia basados en abstraerse de la representación de lo real. Estos revolucionarios artistas plásticos, luego mucho mascar el asunto y picar piedra, consiguen por fin su auténtica y única aportación: su impronta, su particular modo de ver y de ver más allá, su punto de vista.
La fotografía como medio de expresión, comienza en el siglo pasado con el movimiento pictorialista, copiando, emulando la pintura clásica, figurativa y realista para luego liberarse y transitar sus propios y nuevos lenguajes, específicos del medio. La cámara oscura va reduciendo su tamaño, liberándose del trípode, las películas son más sensibles a la luz. Se abre un nuevo mundo de creación con resultados únicos y sorprendentes, alejados (en parte) de la esa herencia visual pictórica.
Nunca una foto me salió como quise. Siempre me salen mejores o peores.
Diane Arbus
Una fotografía es un secreto sobre un secreto. Cuanto más dice menos sabes.
En cuanto a mi proceso evolutivo y creativo como fotógrafo, transitar la calle, la ciudad, sus ángulos, su palpitar siempre fueron y son la materia prima de mis imágenes. Fotografía documental directa, pura, sin filtros, sin puestas en escena, iluminación adicional ni efectos de laboratorio o postproducción. Lo documental encontrado de forma azarosa, intuitiva e impulsiva.
Así transité el reportaje y el retrato en mi época analógica en blanco y negro. Luego, cansado de invadir realidades de otros y buscando plasmar mis vicisitudes, fui desplazando el retrato por el autorretrato. Dejando lo exótico de un paisaje lejano, un poblado o aldea perdida y remplazándolo por la esquina de la ciudad en que vivía, los alrededores y cercanías de mi entorno urbano, sitios de trabajo u ocio.
Es más difícil encontrar la inspiración y el contenido en tu vecino, tu igual o en ti mismo. Contar una historia que trascienda la anécdota y se vuelva un documento gráfico que pueda transmitir una experiencia visual donde a la par de contar una historia, esta se transforme en un elemento nuevo, de vida propia, de código abierto.
Una imagen que consiga transmitir una atmósfera natural y sobrenatural al unísono, donde la posible respuesta, si la hay, está completada por el observador.
El mundo paralelo e imaginario que Lewis Carroll encontró y sobre todo logró contar, detrás del espejo. Es fácil emocionarse al ver, por ejemplo, un pájaro volar o cantar, lo difícil es contar esa experiencia de forma que el que la reciba pueda percibir, sentir, una parte de esa magia. Ese es el desafío del poeta.
J. L. Borges decía que el libro, especialmente si es bueno, lo completa el lector e incluso el mismo lector lee distintos libros al releer el mismo ejemplar años después. En unas conferencias orales grabadas, él nos sugiere que cuando un escritor cuenta con una forma personal de escribir, un lenguaje propio, el tema o historia que relata, no es lo central ni lo más importante. Su aportación es “la particular manera de expresarlo”. El mundo que consigue plasmar en su discurso, su mundo, y los otros mundos completados por el lector.
Este intangible es lo que me perturba, me inquieta al observar una imagen, un cuadro con luz/ vida propia. A primera vista no tengo claro que me guste y no es “lindo”, pero consiguió quedar en la retina, pedir mi participación, como espectador no pasivo en la experiencia visual. Hay que sumergirse y bucear, vivir la experiencia, un pequeño, pero suficiente retazo de la emoción de su creador.
Sutil brisa de vida, que se hace eterna, un legado de un iluminado creador.
“He ejercitado la mirada adánica, la de verlo todo como la primera vez”
Florencio Escardo
De pequeño he sentido curiosidad, atracción a nuevos mundos en lo cotidiano, necesidad por salir a observar la vida que late y se desarrolla en las calles, ese espacio público con transeúntes anónimos como protagonistas, el decorado de una trama urbana donde el sol, siempre presente, siempre cambiante, transforma cada esquina en un lugar único. Una atmósfera donde me sentía espectador privilegiado o coprotagonista de una película.
Esa fascinación de niño donde en el escenario de la vida ordinaria, en lo aparentemente intrascendente, encontraba escenas e historias. Palpables, evidentes a la par de ver o querer ver o imaginar, vislumbrar, visualizar(o previsualizar) algo más allá, latente, oculto, que se escondía. La fotografía era la herramienta para investigar, descubrir, redescubrir esa realidad. El deseo y la ansiedad por revelar el carrete de fotografías blanco y negro. Sorprenderme de la magia del proceso técnico y de los nuevos mundos sugeridos en un negativo, una nueva realidad congelada en dos planos y una extensa gama de grises.
“Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”
Albert Einstein
La cámara fue la excusa, el pasaporte, el permiso que me di para caminar, observar, vagabundear sin un sentido aparente, salir al mundo, vivir la experiencia, plasmarlo en mi libro de bitácora, el fotograma (negativo químico primero, archivo digital luego).
Soy un pescador buscando su alimento. Busco estar en el lugar indicado, en el momento preciso, la distancia y luz adecuada, para captar una presa fugaz. Mis fotografías no cuentan la historia de un tema que tenga un gran interés per se. La cámara, mi herramienta para perderme sin rumbo y luego volver al punto de partida mirándome en un autorretrato, un reflejo en los entresijos encontrados detrás del espejo. A veces es necesario un largo recorrido para, por fin ver, apreciar lo que tenemos frente a nosotros, a la vuelta de la esquina. Sin necesidad de visitar pueblos exóticos, folklore antropológico, miserias del mundo o paisajes deslumbrantes.
Es importante para mí escribir esta introducción, esta declaración de principios, que explique el contenido y sentido de las imágenes al espectador que ingrese en esta obra propuesta. Distintos ensayos visuales, unidos a la vez y con aristas que mezclan lo figurativo con lo abstracto, siempre a partir de la fotografía directa y callejera.
Influenciadas por autores que ampliaron los horizontes de la fotografía documental y subjetiva (J.H. Lartigue, Andre Kertez, Robert Frank, Lee Friedlander, Álvarez Bravo, entre otros) y por pintores de las vanguardias abstractas y expresionistas del siglo pasado (Piet Mondrian, Victor Vassarely, Vasili Kandinski, Pablo Picasso, Joan Miro, Jackson Pollock, Xul Solar, entre otros).
“Transformar el destino en conciencia”
Andre Malraux
La pictografía (pintar con luz) o Neo-pictorialismo fotográfico, es una transformación natural, donde absorbo, homenajeo la pintura del siglo XX, desde mi medio fotográfico, sin una intención premeditada de hacerlo.
La repetición inconscientemente produce variaciones en la experiencia creadora para transformar lo conocido, para que siga siendo algo lúdico, retroalimentado y sorprendente, para que no decaiga el asombro. En la captura fotográfica una nos lleva a otra, el contínuum rompe el hielo, abre caminos. El ojo se amplía, la antena entrega imágenes, se enciende y conecta, quizás con el espíritu o con una ráfaga de inspiración o iluminación terrenal. Entonces puede aparecer el sentido antes oculto.
Mi deseo es compartirlo con quien quiera detenerse y observar, y/o completarlas, si se diera el caso.
Ya no me pertenecen, son como hijos, que en realidad nunca me pertenecieron, son del dominio público.
Que la cadena continúe.
Gracias.
Alejandro Bachrach Lijalad
Barcelona, febrero del 2022